Bueno,
todo esto es necesario.
Imprescindible.
Pero hay que tener cuidado de no quedarse en solo planificar, de que la forma le gane al contenido, de que por no salirte de la línea no te habilites a romper el molde.
Nadie quiere leer algo aburrido, acartonado o una frase inspiracional.
Una frase inspiracional. Lo pienso y me da un coma de tedio.
Y si alguien se aburre al leerte, va a pasar de lo que tenés para decir. Y si pasa de lo que tenés para decir, olvidate: no te va a comprar. Nadie te va a comprar.
Lo aburrido no vende.
Y vos, y yo, y tu autor de cabecera que te enseñó la profesión que tenés, si no vendemos, estamos fritos.
Claro que para romper la estructura, primero hay que conocerla.
Claro que para comenzar a escribir sobre un lienzo en blanco un mail/post/artículo/guión de video/de podcast/de… hay que tener incorparado el “hacia dónde” y el “para qué”
Hacia dónde vas con esto que quiero decir.
Para qué querés decir esto que estoy diciendo.
Qué planificación hay detrás de ese mensaje.
Bajo qué estrategia está pensada.
¡Oh sí! Cuánto más ordenado esté todo, menos años de vida vas a perder.
Luego, cuando todo esto ya forma parte de tus venas, es posible comenzar a jugar y, por ejemplo, comenzar a escribir un email a tu base de datos sin tener la más mínima idea del resultado final.